¡Hola amigos!
Hoy regreso para contaros la historia de nuestras cigüeñas.
El día 4 de Enero, Dionisio regresó un año más a su nido. Es la cigüeña que primero llega de las 4 a la espadaña de la iglesia. Tras un largo periplo, volvió a su casa listo para comenzar un nuevo ciclo, junto con su pareja, Clementina.
Los primeros días fueron bastante adversos, pues el aire helado no era la mejor terapia de adaptación que había soñado mientras migraba de regreso a tierras bautas. Pero él está ya muy curtido y ha pasado los peores temporales imaginables, y ahí sigue. Es una cigüeña muy fuerte, pues hasta en los veranos más secos consigue sacar adelante a su prole en estas tierras castellanas, que a veces son tan áridas como ese gran desierto africano que sobrevuela dos veces al año; el Sáhara.
La segunda semana de Enero ya se puso manos a la obra. Una vez recuperado de sus agujetas, comenzó con la reparación y adecuación de su viejo nido, prospectando las zonas de siempre; viñedos y choperas. Allí encuentra fácilmente las ramitas adecuadas para tapizar su hogar.
Los siguientes días fueron los peores ya que comenzó a llover y a nevar, algo que detesta Dionisio cuando tiene que soportarlo ahí arriba él sólo. Por otra parte, sabe muy bien que para el campo es ideal pues eso significa que tendrá una buena Primavera, con insectos y charcas a las que acudir para conseguir alimento.
Cuando está en el nido, Dionisio se distrae viendo pasar los coches por la carretera, a la gente por la calle de la iglesia, los rebaños de ovejas que llega a ver desde su privilegiada atalaya, la cantidad de buitres y milanos que sobrevuelan su posición, y cómo no, cada atardecer.
El 23 de Enero, volviendo de picotear algo en una tierra a las afueras del pueblo, se encontró con que su joven vecino acababa de llegar también, unos crotoreos de bienvenida rompieron el silencio del vecindario.
Al día siguiente llegarían los problemas de verdad, pues una tercera cigüeña llegó al campanario. Con el horizonte del color de sus picos y patas, las siluetas de las zancudas revelaban que Dionisio pasó la noche con ella. Por lógica, esa recién llegada debía ser Clementina, pero el atardecer del día siguiente descolocaría todo el proceso; Dionisio volvía a estar sólo y el nido vecino ahora estaba completo. ¿Cómo puede ser? Pues así continúa hasta hoy. Ha pasado casi un mes y Dionisio sigue esperando, Clementina nunca se había demorado tanto.
Dionisio y Clementina son la pareja de cigüeñas que conoce todo el pueblo, ya que fueron las primeras en confiar en nosotros y establecerse en nuestra iglesia. Año tras año han criado satisfactoriamente, hasta tres polluelos, y han vivido miles de anécdotas y experiencias que hemos compartido con ellas. Dionisio ha vivido algún que otro año la fiesta pirotécnica que le montamos en Noche Vieja, algo que sólo él puede contar a las otras 3 cigüeñas. La mágica noche de marzas, o los conciertos, cánticos, fuegos artificiales, cohetes, procesiones, volteos de campanas y demás jolgorios que viven en primera persona durante las fiestas. Lo ven y lo oyen todo.
Pero Dionisio hoy no está para festejos. Está preocupado, y se le nota. Varias son las cigüeñas que han intentado posarse en su nido estos días, y todas han sido rechazadas y expulsadas por el paciente inquilino.
Sabe que la migración es un viaje muy peligroso, y aunque ellos ya son experimentados viajeros, la Naturaleza es imprevisible y marca sus propias pautas. El desierto es muy grande, los vientos del estrecho son muy fuertes, peligros como los aerogeneradores y los cables eléctricos siempre están ahí, sin contar con esas escopetas que caen en manos de quienes no deben... y Clementina ya no es aquella joven y resistente cigüeña que un día llegó a su pobre y pequeño nido y le gustó, y se quedó con él ya para siempre.
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Cigüeña blanca "Dionisio" |
Pasan los días, pero Dionisio aguarda, sin perder la esperanza, a que Clementina aparezca en cualquier momento por el horizonte...
Esperemos que Clementina llegue sana y salva cuanto antes.
¡Un saludo a todos y hasta la próxima!