¡Hola amigos!
Un nuevo día de Febrero amanece bajo una fina niebla. La pasada noche ha sido muy desapacible, parecía que se había desatado un tifón ya que las rachas de viento y la lluvia han sido muy fuertes. Pero ya sale el Sol. La hierba se va secando y la madera de los almendros absorbe poco a poco la humedad.
El río baja fuerte y vigoroso, tan frío como cristalino. En una de las orillas, donde la arena es muy fina, han quedado impregnadas las huellas de un mustélido, seguramente sean las del visón americano. Justo encima, el picapinos golpetea con su acerado pico la corteza de un aliso en busca de su almuerzo, haciendo resonar su martilleo por toda la zona.
Casi es mediodía y las nubes borrascosas se han esfumado. En unas pocas horas el cambio ha sido radical.
A lo lejos, se escucha algo. Poco a poco, los reclamos van haciéndose más audibles y claros. Un bando de gansos, migra hacia tierras norteñas sobrevolando nuestra posición. La estación fría está ya muy avanzada y la llamada septentrional guía a este grupo un año más para criar de nuevo.
Intentando seguir la estela de los ánsares, la cigüeña de la iglesia nos corta la visión en su vuelo matinal hacia las tierras de labor. Volando justo por encima del río, sale del pueblo para buscar alimento.
Estas ya se han instalado en su nido, pero este año se han encontrado con mucha menos agua que otras veces, por lo que encontrar comida les es más difícil.
Cuando el Sol actúa sin la compañía del viento, el canto de los pajarillos se escucha por casi cualquier zona.
Herrerillos y carboneros se mueven de árbol en árbol dando un toque de color a las despobladas ramas. Los mirlos remueven el humus con su llamativo pico, buscando el tesoro que esconde bajo sus húmedas hojas, las lombrices. El inquieto petirrojo, busca con afán la primera comida de la jornada bajo unos pinos, y como buen observador que es, se distare con el pequeño bailarín que tiene unos metros más arriba, el mito.
Saliendo a una zona un poco más despejada, descubrimos a unos buitres cicleando inmersos en una térmica que los mece, impulsándolos cielo arriba. Uno de ellos, ha visto algo y sale del torbellino cálido con la mirada fija en el objetivo. Plegando las alas, da la alarma al resto de que ha visto algo interesante y los demás le siguen como flechas.
En una loma a unos pocos metros de nuestra posición, un corzo macho pasta tranquilamente cerca del monte, siempre alerta a cualquier ruido extraño que llegue a sus oidos. Cuatro hembras, se alimentan un poco más lejos, pero siguendo la dirección del macho.
Ha de coger fuerzas pues la época más importante del año está a la vuelta de la esquina, y no quiere perder el trono y las hembras que tanto le costó conseguir la pasada Primavera.
En un solitario chopo se encuentra un milano real, que ha pasado la noche en el dormidero pero ha sido el primero en abandonarlo, pues lleva unos cuantos días sin probar alimento y no quiere perder ni un minuto del día para poner fin a semejante ayuno.
Ahora mismo, se lanza de su rama y decide seguir la estela de los leonados, pues la carroña que puedan haber divisado es uno de sus platos favoritos, además no tiene ni que cazar ni que buscarlo él, a mesa puesta.
Pocas horas de luz quedan ya, pero no por ello hay que bajar la guardia.
Los pequeños pajarillos que canturreaban tan alegremente esta mañana, silencian sus melodías y se esconden entre las zarzas en un abrir y cerrar de ojos. Una silueta afilada vuela entre los nogales a baja altura, es el gavilán. Tras haber cruzado por las huertas sin éxito, coge altura para cambiar de estrategia y mejorar el punto de vista. De momento los pajarillos van a tener que esperar, así que probará a acercarse a un palomar por si encuentra alguna paloma tarada o algún pichón desvalido.
Cae la noche y el día toca a su fin. Ya no llueve pero la humedad sigue en el ambiente.
Cerca del arroyo, las hojas del suelo se mueven solas. Poco a poco, aparece el pequeño tritón jaspeado, animado por el húmedo anochecer, sale a cazar su cena entre otros congéneres y algún que otro sapo de espuelas. En este punto, comparte hábitat con el gallipato, con quien teme encontrarse ya que no quiere provocar que con sus prominentes costillas le aseste un ataque que le dure para siempre...
En la rama seca de un roble, no muy lejos del tritón, la lechuza divisa su territorio recién salida de su guarida, una casa abandonada a las afueras del pueblo. Su único objetivo es cazar roedores, adornando con su inmaculada silueta el cielo nocturno de Quintanilla.
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Bueno pues con esta pequeña historia quería celebrar que hoy cumple 7 años este blog.
Espero poder seguir muchos más compartiendo, ayudando, aprendiendo, mejorando, enseñando, divulgando, descubriendo, colaborando, cuidando y sobre todo disfrutando de la Naturaleza de Quintanilla en particular, y de la Natura en general. Y como siempre gracias a quienes seguís mis publicaciones, ya que sois gran parte de mi motivación para continuar cuando las cosas no salen (como ahora por ejemplo).
Muchas gracias.
¡Un saludo a todos y hasta la próxima!
Felicidades por esos siete años y a por otros siete más. El reportaje de hoy precioso, me ha encantado. Muchos besos.
ResponderEliminarHola Teresa,
Eliminarmuchas gracias, me alegro de que te haya gustado.
Salu2!
Me ha encantado!!!!!
ResponderEliminarHola Bea,
Eliminarme alegro un montón, gracias por pasarte.
Salu2!
Te ha quedado genial la entrada de hoy, felicidades y espero que sigas como hasta ahora, no te canses nunca de mostrarnos la naturaleza desde tu objetivo, un saludo desde Palencia.
ResponderEliminarHola Toño,
Eliminarmuchas gracias gracias, las ganas no van a faltar nunca, serán otras circunstancias las que alteren mi actividad.
Salu2!
Me ha gustado mucho la manera de relatar la entrada, ¡que siga muchos años más el blog!
ResponderEliminarHola Carlos,
Eliminarme alegro, espero poder seguir teniendo cosas que compartir por aquí, aunque haya altibajos...
Salu2 Linse!
Impresionante entrada Isra. la he vivido como si hubiese estado allí , contigo, a tu lado. Unas fotos de lujo para ilustrar una jornada bauta de lo más entretenida. felicidades por esos 7 años del blog y espero que sean muchísimos más. los que lo seguimos desde el otro lado de la pantalla así lo deseamos. Un fuerte abrazo.
ResponderEliminarHola Jero,
Eliminarmuchas gracias, es una pequeña historia que se puede dar perfectamente un día cualquiera de este mes, ya que todo lo escrito lo he visto yo antes. Yo también espero poder seguir mostrando cosas durante otros tantos años.
Un abrazo maestro!