martes, 10 de enero de 2023

Un encuentro soñado

 

¡Hola amigos!


Vuelta a las peñas de Tejada, esta vez a Peña Valdosa (1414 msnm), con el principal objetivo de encontrar al treparriscos.

Por si alguno no lo había notado ya (difícil), se ha convertido en mi ave favorita, y ha sido el motor para que vuelva con más ilusión que nunca al campo. 

Representa el esfuerzo y la constancia, pues al haber tan pocos individuos, presente en un periodo de tiempo tan corto, en los meses más adversos del año, y en los lugares más remotos y complicados, hace que cada observación, por breve que sea, valga la pena.

Puede que las ganas o las circunstancias personales cambien, pero sé que las posibilidades de verlo se me van a presentar invierno tras invierno, y eso es un reto que motiva.

Lo cierto es que, tras el desfiladero de La Yecla, Peña Valdosa es el enclave que más observaciones tiene del entorno, pero yo nunca había subido.

Durante la ascensión, se pasa del bosque de sabinas (donde veo herrerillos capuchinos y zorzales alirrojos), al pinar, donde sorprendo a una ardilla que se queda inmóvil para intentar pasar desapercibida.


Herrerillo capuchino

Tras subir por el pinar, llego ya a lo que es la ladera en sí de la peña, (solamente salpicada por algún enebro suelto), un canchal de piedra suelta bastante vertical. Zigzagueando entre las repisas de la montaña, por senderos que usan los corzos para moverse (veo 3), se va ganando altura.

En estas, un mirlo capiblanco sale de uno de esos solitarios enebros ladera abajo, con su inconfundible reclamo, que es lo que me llamó la atención.

La mañana está fría, y más aún cuando comienzo a recorrer la ladera norte, que está en sombra total y expuesta al cierzo. 

Los buitres leonados andan transportando ramas a los nidos. Puedo contar medio centenar. También 3 buitres negros, aunque estos volando sobre la peña.

Pero algo llama mi atención a mitad de recorrido, y no me hace falta coger los prismáticos para ver qué es, pues es inconfundible. En efecto, se trata del treparriscos.

Está rebuscando alimento entre las grietas y salientes del farallón, recorriendo cada centímetro cuadrado de piedra, ignorando mi presencia, ya que se está bastante alto. Como se encuentra en una zona bastante vertical, no hay ningún nido de buitre, pues no tiene salientes ni oquedades para ello, y decido subir un poco y acercarme a la base de la pared. Para mi sorpresa, el trepa sigue ignorándome y puedo hacerle unas fotos que ni podía imaginar cuando empecé con el propósito.


Treparriscos

Treparriscos


Treparriscos


Treparriscos


Treparriscos


Treparriscos

No se aprecia muy bien pero el trepa estaba en mi vertical, enfocando a pulso sobre mi cabeza, en sombra, y con el corazón a mil.

Una vez se aleja pared arriba, lo pierdo de vista y decido volver, emocionalmente no podía más.

De vuelta, un halcón peregrino vuela por allí y también un grupito de al menos 9 acentores alpinos se alimentan más abajo.

Por aquí podréis ver la lista completa de especies.

Y hasta aquí la entrada de hoy. El listón ha quedado muy alto, pero la ilusión y el reto siguen intactos.


¡Un saludo a todos y hasta la próxima!



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